Nació en Alejandría de Egipto en el año 295, y es la figura más dramática y desconcertante de la rica galería de los padres de la Iglesia. Empeñado en defender la doctrina ortodoxa durante la gran crisis arriana, inmediatamente después del concilio de Nicea pagó su heroica resistencia a la herejía con cinco destierros decretados por los emperadores Constantino, Constancio, Julián y Valente.
Arrio, un sacerdote salido del seno mismo de la iglesia de Alejandría, amenazaba con atacar el corazón mismo del cristianismo, y es por eso que San Atanasio dice: "si Cristo no es Hijo de Dios, y Él mismo no es Dios, ¿A qué queda reducida la redención de la humanidad?"; "si el Verbo de Dios no es Dios, igual en todo a su Padre, ¿Como podrá Divinizarnos?". San Atanasio, en su primera obra, que es una apología contra los paganos, acerca de la Encarnación del Verbo, esboza las grandes líneas de su Cristología: "El Verbo de Dios se hizo hombre para que nosotros nos hagamos Dios". Aparte de escritos de circunstancias, como la Apología a Constancio, Apología contra los Arrianos, Historia de los Arrianos para los Monjes, los decretos del Concilio de Nicea, los Sínodo y otras más, su obra principal es un tratado en tres libros contra los Arrianos. Hacia el fin de su vida, diseña una teología del Espíritu Santo en sus cuatro cartas a Serapión. Una vida de San Antonio Abad; y un tratado de la virginidad hacen de San Atanasio el doctor del ascetismo y un maestro de la perfección cristiana. Murió en el año 373.