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Luisa Piccarreta - En la afueras, sonrie


Para que el inicio de la causa de beatificación se llevara a cabo (en la Solemnidad de Cristo Rey, del 20 de Noviembre de 1994) tuvo que pasar un largo tiempo en medio de muchas dificultades.

Imaginémonos, había que superar nada menos que la condena que sufrieron sus escritos en 1938.

La historia de todo el proceso hasta llegar a este momento ha sido largo y penoso.



Todo inició con el siguiente decreto de la Suprema Congregación del Santo Oficio (13 de Julio de 1938):

Con aprobación general de la Suprema Congregación del Santo Oficio, los Eminentísimos y Reverendísimos Señores Cardenales encargados de proteger las cosas de fe y de costumbres, habiendo precedentemente recibido el consentimiento de los Reverendos Señores Consultores, condenaron y obligaron a poner en el Índice de los libros prohibidos los libros que aquí mencionamos, escritos por Luisa Piccarreta y que otros han cuidado y publicado varias veces en varios sitios. Son los que siguen:

1º El Reloj de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, con un tratado sobre la Divina Voluntad;

2º En el Reino de la Divina Voluntad;

3º La Reina del Cielo en el Reino de la Divina Voluntad.

Al día siguiente, 14 del mismo mes y año, el Santísimo Señor Nuestro, Pío, por Divina Providencia, Papa XI, en la acostumbrada audiencia concedida al Reverendísimo Señor Asesor del Santo Oficio, aprobó la decisión de los Eminentísimos Padres presentada a él, la confirmó y mandó que fuera publicada.

Dado en Roma, Palacio del Santo Oficio,
31 de Agosto de 1938


Romolo Pantanetti,
Notario de la Suprema Congregación.

 

Pocos días después, el 11 de septiembre, en el "Osservatore Romano" el periódico del Vaticano, fue publicado un artículo anónimo, denigrando de Luisa y de sus escritos y poniendo en alerta al público.

Luisa responde a la Iglesia "espontánea y pronta" con absoluta sumisión, a través de la siguiente carta:

Espontánea y prontamente, cumplo mi deber de alma cristiana de humillar mi incondicional, pronta, plena y absoluta sumisión al juicio de la Santa Iglesia Romana, por lo que sin restricción alguna, repruebo y condeno cuanto la Suprema Sagrada Congregación del Santo Oficio reprueba y condena en dichos libros, en el mismo sentido y con la misma intención que tiene la Suprema Congregación.

Esta declaración la humillo igualmente a mi amadísimo Arzobispo Mons. D. Giuseppe M. Leo, implorando de su paterna caridad que la haga llegar por su medio al Santo Oficio. »

Corato, Bari
Luisa Piccarreta

 

He aquí lo que Nuestro Señor mismo le dice a Luisa en él último volumen (18 de septiembre de 1938) con motivo de la condena:

Me encuentro en el mar de la Divina Voluntad en medio de inmensas amarguras y humillaciones de las más humillantes y como una pobre condenada, y si no fuera porque mi Jesús se hace él mismo mi apoyo, fuerza y ayuda, yo no sé como podría vivir; mi dulce Jesús, entonces, tomando parte en mis penas, sufría junto conmigo, y en el ímpetu de su dolor y amor me dijo:

« Querida hija mía, ¡si tú supieras cuánto sufro; si yo te lo hiciera ver, morirías de dolor! Me veo obligado a esconder todo, toda la atrocidad, la crueldad de la pena que siento para no afligirte más.

Debes saber que no es a ti a quien han condenado, sino a mí junto contigo; siento que se renueva mi condena; cuando se condena el bien es a mí a quien condenan. Pero tú, une en mi Voluntad tu condena y mi condena a la que sufrí cuando fui crucificado y te daré el mérito de mi condena y todos los bienes que ésta produce: me hizo morir, llamó a la vida mi resurrección, en la cual todos debían encontrar la vida y la resurrección de todos los bienes.

Con su condena creen que harán morir todo lo que he dicho sobre mi Voluntad Divina; yo en cambio permitiré tales flagelos e incidentes tristes, que haré resurgir mis verdades más bellas, más majestuosas entre los pueblos.

Por eso, tanto de parte mía como de tu parte no nos movamos en nada; sigamos realizando lo que hemos hecho, aunque todos se pongan en contra. Este es mi modo de obrar divino, que por cuantos males hagan las criaturas jamás hago a un lado mis obras, las conservo siempre con mi potencia y virtud creadoras, por amor a quien me ofende; las amo siempre, sin jamás cesar...

...Yo me serviré de todos los medios, de amor, de gracias, de castigos; tocaré a las criaturas por todos lados para hacer que mi Voluntad reine, y cuando parezca como si el verdadero bien debiera morir, resucitará más bello y majestuoso. »


No podemos dejar de notar que así como la condena fue aprobada con el voto general de "la Suprema Congregación del Santo Oficio, los Eminentísimos y Reverendísimos Señores Cardenales encargados de proteger las cosas de fe y de costumbres", de "los Señores Consultores", y por SS. Pío XI, del mismo modo, la providencia quiso que la misma Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, los Eminentísimos y Reverendísimos Señores Cardenales, con a la cabeza el Cardenal Ratzinger, cancelaran la condena, no sin el voto personal y decisivo de SS. Juan Pablo II, como por su parte SS. Pío XI, firmó la condena.

Los enemigos, por lo que se ve, eran poderosos, y se habían infiltrado hasta no se sabe dónde. La condena fue del todo inesperada e inexplicable desde el punto de vista humano, pero ciertamente desde el punto de vista divino no podía faltar, pues no puede darse que una obra de Dios no sea honrada con la corona de la persecución. Y definitivamente, de acuerdo a la grandeza de la misión así debía ser la persecución.

Hubo muchos intentos para obtener alguna aclaración, para quitar aquello que la Suprema Congregación del Santo Oficio considerara contrario a la sana doctrina de la fe, para que quitando lo que estaba mal se pudieran seguir publicando y continuara el bien que estaban ya haciendo estos escritos. Claro, con qué gusto habrían dicho qué estaba mal, para, con razón suficiente, justificar la condena, pero ¡nada!, porque no había nada, de lo contrario habría ido de por medio la honra de obispos, de revisores eclesiásticos, y hasta del mismo San Aníbal María De Francia. En una carta de Luisa que conservamos, escribe:

« ... siento lo del Padre Beda; ¿por qué los manuscritos -se trata de una carta que envió a la Suprema Congregación del Santo Oficio el Padre Beda para saber qué era lo que estaba mal, argumentando la posibilidad de haberse equivocado- no llegaron a Roma? ¿Quién lo impidió? Mientras yo sé, de fuente segura, que en el Santo Oficio había peticiones de todas partes que querían que los escritos salieran a la luz. Por lo demás, se ve que el Señor quiere hacerlo todo él, si no hoy, mañana... »

Pero para que se aclarara todo era necesario que pasaran muchos años.

Apenas Luisa Piccarreta murió, su último Confesor, Don Benedetto Calvi, se dedicó a recoger y ordenar del mejor modo posible todo lo necesario para el inicio de la causa de beatificación de la cual él estaba seguro algún día se llevaría a cabo. Muy feliz estará ahora que todo sus esfuerzos se vieron premiados. Realmente sin todo lo que él hizo, mucho o muchísimo de todo lo que se tiene para el proceso de beatificación se habría perdido.

Nuestro Señor había dispuesto que no fuera él quien iniciara dicha causa de beatificación, estaba muy reciente la condena, y no es que fuera algo tan fácil beatificar a quien había sido condenado, aunque por lo demás la historia está llena de casos por el estilo. Ya mencionamos uno de los más recientes, el de Santa Faustina Kowalski, quien también fue puesta en el índice de libros prohibidos; y aquí podríamos citar muchos más, pero no es el lugar.

En 1968 muere Don Benedetto Calvi y prácticamente queda sepultado todo. Quedaba como único testigo la Srita. Rosario Bucci, a quien, como lo testimonia ella misma, Luisa le dijo un día que ella habría de ser la primera persona que diera su testimonio. También le dijo en alguna ocasión, que un día vendrían dos sacerdotes vestidos de blanco venidos de muy lejos para sacar a la luz sus escritos y toda la doctrina de la Divina Voluntad. Y así fue. ¿Cuál no habría sido su sorpresa cuando se encontró un día al abrir la puerta de su casa con estos dos sacerdotes con su hábito blanco y que además se presentaron como Hijos de la Divina Voluntad?

Sí, llegó un día de 1974 a Corato una comunidad que había nacido apenas unos 4 años atrás y que se llamaba "Legionarios Blancos de Nuestra Señora", pero que con motivo de la lectura de alguno de los escritos de Luisa Piccarreta se había transformado totalmente, al grado que con una nueva aprobación de su Obispo cambió de nombre a "Hijos de la Divina Voluntad". Nacida en Frascati, diócesis suburbicaria de Roma, pidieron al entonces Obispo del lugar que les permitiera trasladarse a la ciudad de Corato, ciudad natal de Luisa, para, en el lugar, poder profundizar más seriamente el estudio de los escritos de la Divina Voluntad que Luisa escribiera y así mismo, investigar para ver las razones por las cuales su proceso de beatificación no había iniciado.

Fue así como los miembros de esta comunidad se dieron cuenta de que algunos de los escritos de Luisa Piccarreta habían sido puestos en el índice de libros prohibidos por el entonces Santo Oficio. ¿Cuál no habría sido su sorpresa? Apenas había nacido la comunidad y ya pesaba sobre ellos una condena. Y como hijos de una "condenada" así fueron tratados por muchos años y por diferentes lugares del mundo. No obstante, conociendo que no había nada condenable en dichos escritos, decidieron investigar y hacer lo posible para dar inicio al proceso de beatificación. El entonces Obispo de la Diócesis de Trani, Diócesis a la cual pertenece aun hoy la ciudad de Corato, les dio entonces una carta en la que se les autorizaba a recoger toda la información necesaria para iniciar el proceso de beatificación, esto es, elaborar el documento de la conveniencia de la causa de beatificación de Luisa Piccarreta.

El obstáculo mayor fue siempre la condena. Para dar inicio al proceso era necesario que La Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe diera su "Nihil Obstat", pero parecía que sí había un obstáculo, y era precisamente la condena.

Pasaron los años y la comunidad tuvo que dejar la Diócesis, quedando todo otra vez como sepultado, pero sepultado como la semilla que debe enterrarse y perderse en la tierra para que fecunde a su debido tiempo. También en los corazones de los miembros de la comunidad había quedado bien sembrada la semilla y era alimentada constantemente en el silencio, nutriéndose de dichos escritos y de la oración haciendo fuerza para que la condena fuera levantada, y por supuesto, no sin persecución, ¡hijos de una condenada!

Años después, la providencia fue moviendo las cosas y como ya sabemos fue beatificado el Padre Aníbal María di Francia, en 1991. Seguramente esto dio motivo a que se movieran las cosas. De hecho en una ocasión, recién beatificado el Padre Aníbal, Mons. Giuseppe Carata, el entonces Obispo de la Diócesis de Trani: dijo: « Con la Beatificación del Beato Aníbal María De Francia han sido aprobados también por la Iglesia sus escritos y por lo tanto también sus prefacios a las obras de Luisa », obras que el mismo Santo (canonizado el 16 de mayo del 2004) publicó por primera vez, y como hemos mencionado, él mismo aprobó, poniendo su "Nihil Obstat" [ Ver Escritos ].

No obstante todo debía quedar claro, y seguía siendo necesario que se quitara la condena. Pasaron aun algunos años y finalmente la intervención del Santo Oficio fue cancelada el Sábado Santo, 2 de abril de 1994, con el voto unánime de los Cardenales de los diferentes dicasterios romanos, incluyendo el voto y aprobación de SS. Juan Pablo II.

Con esto se podía proceder al inicio oficial del proceso de beatificación de Luisa Piccarreta. Se preparó por lo tanto todo, y S. E. Mons. Carmelo Cassati, Obispo de la Diócesis de Trani, dio inicio con una solemne ceremonia el día 20 de Noviembre de 1994, solemnidad de Cristo Rey.

Varios meses después, el 30 de enero de 1996, después de 58 años de cautiverio, fueron liberados los escritos de Luisa que habían sido secuestrados. Algunos de los miembros del Tribunal de la Causa de Beatificación de Luisa Piccarreta fueron autorizados por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe para sacar copias de los originales que se conservan en el archivo secreto del Vaticano, para poder así servirse de los originales manuscritos de los volúmenes de Luisa para la continuación de la causa.  

En junio del 2005 concluyó la fase diocesana de la causa de beatificación de Luisa Piccarreta, como lo comunicó oficialmente la Archidiócesis de Trani-Bisceglie-Barlette-Nazaret el 4 de Junio de dicho año:

COMUNICATO

La "Divina Volontà" ha guidato l'Arcidiocesi, in questo ultimo decennio, per il compimento dei lavori circa il processo della Causa di Beatificazione della Serva di Dio Luisa Piccarreta. La Postulazione Diocesana annunzia di aver completato questo itinerario.

Si comunica che nei giorni 27 - 28 - 29 ottobre 2005 sarà celebrato il 2° Congresso Internazionale con la conclusione del processo diocesano.

La Pia Associazione Luisa Piccarreta Piccoli Figli della Divina Volontà, in Corato, è incaricata ad assolvere i compiti di Segreteria per la celebrazione e l'accoglienza degli ospiti.

In seguito sarà pubblicato il programma della celebrazione in modo definitivo.

Gesù Cristo presente nell'Eucaristia ci guida come ha guidato la Serva Luisa. 

Il Vicario Generale 
(Mons. Savino Giannotti)

 

Leer noticia de L'Osservatore Romano

Esperamos ahora que la historia haga justicia a la Pequeña Hija de la Divina Voluntad, pero más aun a Nuestro Señor mismo, quien, cómo él mismo dijera a Luisa: « Es a mí a quien han condenado ». Pero sabemos bien que, para que sean rehabilitados totalmente los escritos de Luisa y por lo tanto Nuestro Señor mismo, el mejor modo es vivir la plenitud del Reino de la Divina Voluntad que el Señor le enseñó y que ya muchas almas están gozando de los efectos tan benéficos que trae consigo este vivir en la Divina Voluntad, dándole a Dios toda la gloria que él desde toda la eternidad ha esperado recibir de parte de todas las criaturas; gloria digna de un Dios.

cruz

« Hija mía, te lo repito, no mires la tierra. A las criaturas dejémoslas que hagan lo que quieran. ¿Quieren hacer guerra? Bueno, que la hagan. Y cuando se hayan cansado, entonces haré yo también mi guerra. Su cansancio en el mal, sus desilusiones, los desengaños, las pérdidas sufridas, las dispondrán a recibir mi guerra. Mi guerra será guerra de amor; mi Voluntad descenderá del cielo en medio de las criaturas.

Todos tus actos hechos en mi Voluntad y los de quienes vivan en mi Voluntad, harán guerra a las criaturas, pero no guerra de sangre; sino que irán a la guerra con las armas del amor, dándoles dones y gracias; harán cosas sorprendentes, que llenarán de asombro al hombre ingrato.

Esta Voluntad mía, ejército celestial, con armas divinas, confundirá al hombre, lo arrollará, le dará la luz para que ya no vea el mal, sino los dones y las riquezas con que quiero enriquecerlo. Los actos hechos en mi Voluntad, conteniendo en sí la potencia creadora, serán la nueva salvación del hombre y bajando del cielo traerán todos los bienes a la tierra, traerán la Nueva Era -Esta "Nueva Era" de la que habla Nuestro Señor, no tiene nada que ver con el movimiento así llamado o también "New Age". A lo que Nuestro Señor se refiere es a la verdadera "Nueva Era" que nos ha preparado y no a lo que el mundo quiere llamar por este nombre-y el triunfo sobre la iniquidad humana.

Por eso multiplica tus actos en mi Voluntad, para formar las armas, los dones, las gracias, para poder bajar en medio de las criaturas y hacerles guerra de amor. »

cruz