En respuesta al deseo de Jesús mismo que: “Quisiera que de estas meditaciones hubiera al menos una copia en cada ciudad o pueblo para que se practicaran”. Así mismo atendiendo al deseo de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta: “Reverendo Padre [Aníbal María Di Francia], haga un llamado a todos; cumpla usted esta pequeña obra que mi amable Jesús me ha hecho hacer.”
Queremos iniciar esta campaña, invitándolos a unirse a ella por alguno de estos medios:
« Ante tantas amarguras que las criaturas me dan, estas Horas de la Pasión son pequeños sorbos dulces que las almas me dan, pero ante tantos sorbos amargos que recibo, son demasiado pocos los dulces, por eso, más difusión, más difusión ». (Sierva de Dios Luisa Piccarreta. Diario, vol. 11, Octubre 13 de 1916)
Cuando Luisa tenía 17 años de edad, lo dice ella misma en el primero de los 36 volúmenes que escribió en virtud de la santa obediencia, en una novena de navidad que hizo movida en su interior por Jesús mismo, el último día de dicha novena, sorprendida insólitamente por los maravillosos misterios de amor de Nuestro Señor, quiso él mismo colmarla de nuevas y mayores gracias dándole a conocer otros excesos aún más sublimes de su inmenso amor, invitándola a seguir haciéndole ininterrumpidamente compañía durante las 24 horas de su dolorosísima pasión y muerte.
Más tarde, Luisa, por obediencia a San Aníbal di Francia puso por escrito las meditaciones que hacía dando como resultado el libro “Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo”
Cuando Luisa terminó de escribir las Horas de la Pasión, escribió entonces una carta que le entregó junto con el libro a San Aníbal, quien incluyó dicha carta en el prefacio cuando publicó el libro; leyendo esta carta podemos calcular la complacencia que se le da a Jesús y todos los bienes que atrae cuando se practica cotidianamente, cual pan sin el cual no se puede vivir. He aquí esta carta:
« Muy Reverendo Padre:
Le envío finalmente este escrito de Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y que todo sea para su mayor gloria. He incluido también otras pocas hojas en las que he escrito los efectos y las hermosas promesas que Jesús ha hecho a todos aquellos que mediten las Horas de la Pasión.
Yo creo que si quien las medite es pecador, se convertirá, si es imperfecto se volverá perfecto, si es santo se hará más santo, si es tentado triunfará, si sufre podrá encontrar en estas Horas la fuerza, la medicina, el consuelo, y si su alma es débil y pobre, hallará un alimento espiritual y un espejo en el que, mirándose continuamente, se embellecerá y se hará semejante a Jesús, nuestro modelo.
Es tanta la alegría de Jesús cuando se meditan estas Horas de su Pasión que él quisiera que de estas meditaciones hubiera al menos una copia en cada ciudad o pueblo para que se practicaran; pues entonces sería como si Jesús escuchara su misma voz y las mismas oraciones que él hizo ante su Padre durante el transcurso de las últimas 24 horas de su dolorosa Pasión; y si se hicieran en cada pueblo o ciudad, al menos por algunas almas, él mismo ha prometido que la Divina Justicia detendría en parte sus divinos flagelos en estos tiempos tan tristes de tormentos y derramamiento de sangre.
Reverendo Padre, haga un llamado a todos; cumpla usted esta pequeña obra que mi amable Jesús me ha hecho hacer.
Añado que la finalidad de estas Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, no es la de narrar la historia de la pasión, porque ya existen muchos libros que tratan este piadoso argumento y no habría sido necesario escribir otro; más bien la finalidad es la de la reparación: uniéndonos a Jesús en cada uno de los diferentes pasos de su pasión y con su misma Voluntad Divina, hacer una digna reparación por cada una de las diferentes ofensas que recibe, haciendo todo lo que las criaturas le deben. Por lo que de esta finalidad derivan los diferentes modos de ofrecerle una justa reparación a nuestro bien amado Jesús: en algunos pasos bendiciéndolo, en otros compadeciéndolo, alabándolo, confortándolo, suplicando, impetrando, pidiendo, orando. Pongo por eso en sus manos el dar a conocer la finalidad de estas Horas a quien las lea. »