Nació en Cartago, África, en el año 205. Después de su conversión al cristianismo, hacia el año 246, decidió llevar una vida austera, distribuyó sus bienes entre los pobres y se hizo sacerdote. Fue elegido obispo cuando estaba a punto de estallar la persecución de Decio en el año 250, por lo cual tuvo que huir a un lugar seguro para continuar dirigiendo a su comunidad a través de sus escritos y acciones. Se opuso a la validez del bautismo administrado por los herejes. Escribió muchas obras, entre las más importantes están: "Ad Donatum", "Ad Demetrianum", "De Ecclesiae unitate" "De Lapsi", y alrededor 83 cartas.
El mayor aporte que Cipriano nos dio es su doctrina sobre la Iglesia, a la cual consideraba como el único camino de salvación, y la compara con el arca de Noé, y también con la multitud de granos que forman un sólo pan Eucarístico. Sufrió el martirio durante la persecución de Valeriano en el año 258.